lunes, 21 de marzo de 2011

LA LUZ DEL SUR O COMO DEFENDER LA SALUD PUBLICA Y CENABAST

“Pueblo, la historia está entregando tareas luminosas.
La historia está dejando en tu ribera tremendos desafíos.
Libera tu energía en esta hora.
Pescador, Jornalero de Quillota
y tu compañera Tejedora.
Tomemos la historia en nuestras manos,
Abramos el camino”.

La Asamblea Ciudadana del extremo sur, demostró una vez más que la unidad, organización, conciencia y lucha decidida de todos los chilenos afectados por el neoliberalismo, puede doblarle la mano a los neoliberales. A Aquellos que por el miedo creciente a perder sus privilegios suicidas y dogmáticos y por el miedo a la fuerza que el pueblo recupera (mostrada en el formidable intento popular con Allende y actual luz de muchos pueblos hermanos latinoamericanos), se han aliado con los grupos más reaccionario de la historia humana, poseedores de sofisticadas y destructoras armas con las que intentan someter a la humanidad entera a su fracasado neoliberalismo capitalista.

Su añeja estructura político social, que obliga a millones al hambre, la desesperación y la muerte a pesar de la tremenda fuerza creada desde la ciencia y la tecnología con los nuevos instrumentos de producción (con capacidad para resolver los más urgentes problemas de todos los seres humanos si se crearan nuevas relaciones sociales y de producción), se estremece con frecuencia inusitada aumentando su miedo enfermizo.

Ante esta situación corren con desesperación a parchar los hoyos de su sistema especulativo financiero internacional, haciendo uso de o reservando (así lo hace Piñera) los pocos fondos del que aún disponen los Estados benefactores, sostén obligado del capitalismo luego de la profunda crisis de los años 20, del siglo 20, que fue causa principal de la segunda guerra mundial y que culminó con la tenebrosa señal de destrucción de cientos de miles de inocentes incinerados en Hirochima y Nagasaky, por orden del más miserable presidente de EEUU. Esto ha significado el desplazamiento de más obreros y trabajadores a condiciones subhumanas, de pobreza, hambre y muerte, ha significado el aumento de la exclusión y de la explotación en el seno de sus principales centros imperiales incluso.

En esa misma medida aumenta el lumpen proletario, los actos criminales o suicidas extremos, incluso de niños (en EEUU), la drogadicción planetaria, los carteles de la mafia y el tráfico de drogas y armas. Se ven obligados, por lo tanto, a incrementar las fuerzas represivas que les permitan controlar el tremendo caos que sigue aumentando al sostener porfiadamente su modelo fracasado.

Se ven obligados también a copar todos los medios de comunicación, de modo de crear una realidad virtual que evite el desarrollo de la conciencia de las masas respecto del fracaso de su fetichista sistema neoliberal.

Sus miedos los han enceguecido y los conducen, arrastrando a toda la humanidad a una posmoderna barbarie. Ni siquiera son capaces de reconocer y de controlar los evidentes daños al medio ambiente y la naturaleza producto de su irracional industrialización y consumo, que están significando pavorosas catástrofes a la humanidad. El inminente agotamiento de las fuentes tradicionales de energía, por ejemplo, les ha hecho usar alimentos para producir energía (maíz para producir etanol), lo que ha dado origen, junto a otros factores, a un sostenido incremento de precios de todos los alimentos, lo que comienza a amenazar a grandes zonas del globo a más hambrunas en pleno siglo 21.

Los grandes capitalistas chilenos han entregado al pueblo (como si fuera de ellos) en manos de los más reaccionarios grupos trasnacionales con la esperanza de a cambio los ayuden a protegerse de este mismo pueblo, que fue capaz de vencerlos en las urnas en 1970 y que fue capaz de desplazar al intelectualmente precario y por ende horroroso criminal y dictador Pinochet, vergüenza para muchos soldados honestos e inteligentes. Han mantenido una situación pantanosa, desde esa ocasión, permitiendo nombrar de gerentes de nuestro país (presidentes de Chile) a conspicuos y brillantes personeros de la Concertación, que han desarrollado estériles escaramuzas con las fuerzas de extrema derecha, evitando el protagonismo popular, la verdadera participación y que, de paso, han sido capaces de neutralizar a una buena parte de los valiosos líderes políticos que antes lucharon junto al pueblo para terminar con la dictadura fascista y, a la vez, han servido de voladero de luces para muchos de nosotros que de buena fe han cometido el error de fijarse más en sus palabras que en sus hechos.

Hoy esta situación se hace insostenible para algunos de estos arrepentidos. Les desespera y apremia haber perdido el “gobierno”. Tardíamente amenazan con o se retiran del pantano concertacionista para intentar una alternativa democrática participativa y de justicia social, una alternativa distinta al neoliberalismo. La convicción y exigencia de este camino nuevo ya no requiere mayor discusión. Entonces, ¿qué es lo que debemos debatir y profundizar en la izquierda?.

Se trata de establecer un acuerdo antineoliberal estratégico concreto y una táctica de alianzas amplia que nos permita avanzar lo más rápido posible en dicho proyecto estratégico. Se trata también, de establecer formas de organización y de lucha, de acuerdo mayoritario, que permitan enfrentar el creciente terrorismo suicida y represivo que ha adoptado el núcleo político neoliberal dominante en defensa de la “obra dictatorial” y de la dictadura global (CLUB BILDERBERG). Acordar formas eficientes de enfrentar la apropiación antidemocrática de los medios de comunicación actuales que frenan el desarrollo de la conciencia popular respecto de la ineficacia e ineficiencia del modelo neoliberal en el mundo entero, en contraposición con el desarrollo sostenido de sistemas democráticos populares, tales como los de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Cuba en el espacio latinoamericano y los avances de otras experiencias tales como las de Brasil, Argentina, Uruguay, Nicaragua y El Salvador.

Debemos partir de la necesidad y amplia convergencia de desplazar a la derecha del poder ejecutivo. Alcanzar un acuerdo electoral con lo que queda de la Concertación y con las fuerzas que se han comenzado a separar para enfrentar unidos las próximas elecciones municipales, que construya una base de unidad para disminuir su representación parlamentaria y desplazar a la derecha del gobierno en las próximas elecciones presidenciales. Pero, teniendo claridad que dicha táctica sólo es un paso que ayudará a conseguir el objetivo estratégico de una democracia real, participativa y de justicia social, pues debe ser superado de hecho y de derecho el marco constitucional dictatorial que establece el predominio de la burguesía sobre el proletariado, de la propiedad privada de los medios de producción por sobre la propiedad colectiva de estos, en suma, del modelo neoliberal. Esto debe plantearse claramente, pues en la medida que quede clara esa postura estratégica se estará dando luces de viabilidad a todas las demandas urgentes del pueblo, que en el marco del actual sistema político resultan siempre en pequeñas migajas o precarios avances, en un verdadero pantano.

La esperanzadora experiencia de los magallánicos y puntarenenses desde el sur de nuestro país son una luz en esta construcción. La asamblea ciudadana es una de las formas que pueden adoptar los parlamentos políticos y sociales que ha propuesto y construido la CUT, pero ahora en torno no sólo de una reivindicación específica, sino en torno de un proyecto concreto de desarrollo nacional que incluya aquellas reivindicaciones específicas y urgentes del pueblo (entendido como todos los afectados por el modelito).

Dada la importancia de este hecho histórico, que significa retomar en alguna medida lo que fue la unidad contra la dictadura, lo que fue la Asamblea de la Civilidad, hecho que debemos estudiar en profundidad, copio textualmente la editorial del semanario El Siglo, que entrega luces sobre por qué ganó Magallanes y sobre cómo construir convergencia para un gobierno de nuevo tipo. Cabe hacer notar que aquello que parecía difícil de conseguir dado el estado de dispersión de las fuerzas democráticas en general, se precipita casi como un inesperado terremoto, que obliga al gobierno derechista a intentar aplicar la represión mediante la ley de Seguridad Interior del Estado (neoliberal, por supuesto) y luego a retirarla junto a retractarse de su intento tecnocrático.

“Termina una intensa semana, y el pueblo de Magallanes tiene todo el derecho de cerrarla con la convicción de haber obtenido un triunfo que no es exagerado calificar de histórico.

Y puesto que es legítimo compartir tal impresión, cabe la pregunta: ¿por qué ganó Magallanes?

Todo comenzó con una mal inspirada decisión del directorio de la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP), que con la presencia y conducción de dos ministros de estado (de Energía y de Minería) elevó el precio del gas al consumidor de la región más austral del país en un desmesurado 16,8%.

Al pasar de los días, el titular de Energía, Rainieri, pagó con su cargo tan desatinada medida, adoptada, se dijo después, sin tomar en consideración las “consecuencias políticas” que conllevaba. Su par de Minería, que compartía por entero su responsabilidad, fue “premiado” con su elevación a la dignidad de biministro, todo ello a favor de su alta popularidad. Y fue enviado al sur.

La reacción de la ciudadanía puntarenense no se hizo esperar. Tras el rechazo, inmediato e indignado, se constituyó un Comando, parlamentarios y representantes de los poderes comunales tomaron posiciones y lo que se vió no dejaba de recordar aquel famoso “puntarenazo”, cuando en su cara le gritaron “asesino” al asesino, y Pinochet se halló desarmado ante la unanimidad del repudio que su presencia concitaba. Fue el 26 de febrero de 1984, y entre los motivos de protesta estaba, como ahora, el desmesurado precio del gas que debían pagar los consumidores.

Antes del cambio de gabinete, había intentado el gobierno una mediación, o “facilitación”, a través de la Iglesia Católica representada por su Obispo. Pese a su buena disposición y empeño, el prelado no halló eco en las partes y hubo de abandonar su cometido.

El ministerio del Interior había enviado en terreno a su subsecretario, pero la unanimidad estaba hecha, y los daños al comercio y al turismo jugaban también su papel en el conflicto. La oposición “plebeya”, organizada en el Comando, mantenía sus posiciones, y la conducción se revelaba inteligente y sagaz.

Al finalizar el acto de juramento de sus nuevos ministros, Sebastián Piñera tuvo algunas palabras, alusiones más bien, a lo que se estaba derrollando en Magallanes y, acto seguido, tomó la batuta el titular de Interior, Rodrigo Hinzpeter, quien sin más sutileza que la que pudiera desplegar un elefante enredado en la tela de una araña, anunció la aplicación de la Ley de Seguridad del Estado. Y envió sus sabuesos a presentar en el sitio de los sucesos las correspondientes querellas.

En ese escenario, no fue sorpresivo que a su llegada el flamante biministro fuera recibido con manifestaciones que llegaron hasta expresiones “físicas” de repudio.

Pero el gobierno ya había medido los alcances del conflicto, y pese a que algunos sectores, los más vinculados al comercio y al turismo, comenzaban a dar muestras de cierto desaliento y anunciaban su apoyo a las tibias medidas anunciadas desde Santiago, el panorama distaba mucho de lo que permitiría superar el conflicto y dar lugar al restablecimiento de la anhelada “paz social”.

Y entonces fue cuando se desataron las muestras de un nuevo “realismo político” del gobierno, y éste bajó la guardia y puso sobre la mesa condiciones que ahora sí podían ser consideradas por la población organizada.

Todo lo argumentado y realizado muestra inequívocamente que Magallanes tenía la razón. Y cabe la pregunta: ¿fue por eso que ganó?

Y es que de aceptarse tan criterio, habría que convenir en que muchas otras causas, también provistas de “razón”, ya debieran haber triunfado. Como las luchas de las temporeras y otras categorías de trabajadores por mejoras salariales y en sus condiciones de trabajo. O los cientos de miles de allegados. O los que esperan ya sin esperanzas el cumplimiento de las promesas de eliminación del 7% que contra toda lógica se descuenta a los jubilados y pensionados. O las demandas por salud y educación, y varios etcéteras.

Y, si no está allí “la madre del cordero”, ¿dónde está?

¿Será en la unidad y la movilización inteligente, flexible, realista y de principios? Todo eso, junto…

¿Será, entonces, que a “la razón” y la justicia habrá que adosarles esos ingredientes: unidad y movilización?

Tal es la explicación que alienta a los más, y desalienta a los probados incondicionales de un neoliberalismo a ultranza: los sirvientes “del mercado”: un ente desregulado y en donde el estado interviene sólo para auxiliar a los grandes intereses cuando esa misma lógica a la que dicen estar sujetos por exigencias del “realismo económico” y otras “excelencias”, se denota por lo menos insuficiente.

Tal sería, pues la lección. Y por eso ganó Magallanes.”

Del mismo modo debemos defender la SALUD PUBLICA y RECHAZAR los intentos de privatizarla vía conceciones, bono portable, autogestión hospitalaria, u otras medidas similares. Hoy es hora de DEFENDER la Central Nacional de Abastecimiento o de evitar que se le quite el rol de comprador centralizado.

NO A LA PERDIDA DE LAS COMPRAS CENTRALIZADAS EN LA CENABAST.



LBC.

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